lunes, 19 de junio de 2023

PRIMEROS DATOS SOBRE BANDAS DE MUSICA EN JIMENA

PRIMERA BANDA DE MUSICA DE JIMENA  1907



Habíamos comenzado con esta historia un martes 22 de noviembre de 2016 para conmemorar el día de la patrona de los músicos santa Cecilia, por cierto, nombre muy arraigado a la familia, primero por ser nieto e hijo de musico y segundo por el nombre de mi pequeña.

Cuando comenzamos con todo esto, movimos cielo y tierra para buscar documentación y conseguimos mucha pero siempre se queda algo en el tintero, cuando hablamos del Maestro don Pedro Morales Gámez solo disponíamos de la foto de una banda de la que sabíamos algunos datos y que él que era su maestro, según hemos visto después fue un gran maestro y un gran pianista. Unos de sus discípulos fue Don Francisco Martínez. En mis charlas con uno de aquellos músicos de mucha edad me comentaba que cuando pasabas por la puerta de su casa cada tarde se escuchaba como sonaba el piano y que algunos jovenzuelos del pueblo y niños escuchaban detenidamente aquellas notas que él le hacía sonar a su piano.



Con el paso de los años una mañana del mes junio nos despierta nuestro     paisano Juan García con una foto y con un artículo en la red sobre el Maestro don Pedro Morales Gámez y como no lo leo detenidamente y aquí os lo pongo.


Artículo publicado, por Luis Cerezo Godoy, el 24 de abril de 1945 en Diario Jaén. Un retrato a vuela pluma de la Jimena de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

 

PEDRO MORALES GAMEZ

 

"¡Jimena! Mi primera salida para este pueblo, la hice allá por el año 1902; aún vestía pantaloncito corto y mi cara no necesitaba afeites del barbero. Mis padres me mandaron a pasar una temporada con mi abuela materna que residía, donde se crían los mejores higos y brevas del mundo. El viaje se hacía en carromato Tirado por una única caballería y duraba eternamente; había que bajarse de trecho en trecho para darle un respiro al animalucho; caminando al paso largo del trajinante Pérez, dueño del armatoste.

Llegamos bien anocheciendo, y me esperaba mi tío Manuel Godoy, maestro nacional de la única escuela que había en la villa. Tiene esta una situación pintoresca y se extiende en la falda del monte Aznaitín. Abunda en riqueza de agua, cuyo manantial principal está en Cánava; monstruosa fuente con siete aberturas por las que sale caudaloso rio, que seguidamente se despeña por tremendo barranco, formando vistosa catarata, junto a una vegetación casi tropical. ¡Y que noches y tardes más felices en aquel lugar dulce, apacible y agradable! Ya hacía mis primeras piruetas violinisticas y acompañado de un guitarrucho, lucí mis habilidades entre la espesa floresta de aquel paraíso. Y no hablemos de las serenatas, correrías y saltos por las callejas, bien de noche, como amerengados trovadores, buscando efectos románticos en la oscuridad y el silencio para sorprender a la linda figulina, que tras la estornuda ventana, saboreaba con deleite las quejumbrosas melodías arrancadas a mi "guarnerius". Estas rondas de galantería y espiritualidad, terminaban siempre, en migas con torreznos. No podía faltar en Jimena, el indispensable Casino Primitivo, situado en la Plaza de Gracia, amueblado con lujo y pequeña biblioteca. En la puerta y a la hora del café, se establecía un auténtico Congreso; allí se deliberada sobre todos los núcleos y la política arreglaba el mundo a pedir de boca... Yo también cogía mi escaño taburete con asiento de área y escuchaba atento las discusiones argumentadas con profundos conocimientos y exquisita educación. Ambiente de cultura y refinado gusto. En todas las costumbres había pureza y virtud, y en los niños puntual asistencia al colegio y honestidad y vergüenza en sus juegos.

La juventud era estudiosa y mis amigos cursaban en facultades y escuelas superiores; algunos vestían uniformes de cadete ¿Botones de muestra? Al tercer centenario de la publicación del Quijote, la Junta de Primera Enseñanza abría un concurso, que se celebró en Jaén para otorgar un premio al niño mejor preparado. Acudieron de todas las escuelas de la provincia, que pasaron por competente tribunal; la primera calificación se la llevó el pequeño Juan M. Medina Morales, del colegio de don Manuel Godoy. Para el muchacho honroso diploma y para el maestro la Cruz de Alfonso XII: ¡Este era el viento que soplaba! Pueblo ansioso de saber, que cultivaba todos los conocimientos humanos, forzosamente la Administración Municipal tenía que ser limpia y justa. Evidentemente el Ayuntamiento de Jimena se distinguió siempre, por sus cuentas claras; labor aprovechable y hombría de bien y rectitud en los componentes del Concejo. Con tanto amor por las artes y ciencias y especial interés por la música, tenía las puertas abiertas.

Por entonces me presentaron a Pedro Morales Gámez, joven bien dispuesto y almidonado, de temperamento nervioso, que pronunciaba el vocablo "chico y chica" con rabioso acento madrileño. Recién llegado de la Corte, estudiaba en el Conservatorio con el eminente concertista y profesor don José Trego y Arana. En casa de la abuela había piano que tocaba una de mis titas y allí, en aquel instrumento, que ni supe su marca ni bondad, escuché por primera vez en mi vida una ejecución limpia y perfecta. Y fue la de Pedro Morales. Que diferencia de pianista éste a los que había escuchado hasta entonces. Del que escribe en la máquina con un solo dedo, al que utiliza los diez arrancando el máximo de pulsaciones. Sacaba los pasajes más difíciles con gracia y soltura; acordes fluidos; rápidas escalas, que alcanzaban desde la nota grave hasta la más aguda, cogiendo todas las octavas del teclado, y a las figuras entrelazadas o de adorno, les daba notable brillantez y belleza; los arpegio salían aterciopelado y producía variedad de sonidos y digitaciones para mis desconocidas por completo. A pesar de mi poca edad y reflexión comencé a protestar de los malos pianistas. Los que yo había oído antes eran asesinos de teclas y pedales. Salió alguna música de Beethoven y Listo, compositores que aún desconocía y a cuyas riquezas melódicas y fondo bien armonizado no puse la más pequeña atención. Sólo me encantaba su asombroso mecanismo y su sonido potente, robusto y penetrante. Yo "ejecutaba" ya, en el sentido punible de la palabra, algunas piececitas, que me acompañó, siguiéndome con marcada regularidad y sin perder movimiento. Y esto que para él sería coser y cantar a mí me maravillaba. Los días que pasé en el pueblo, ocioso, es decir, conviví en su compañía oyendo diariamente a tan magnífico instrumentista, admirándole y aplaudiéndole.

Nació en Jimena el día 15 de mayo de 1878; sus padres fueron Martín Morales y Catalina Gámez, modestos labradores. El marido gran aficionado a la música, sin practicarla, sentía pasión por ella; pronto observó en el pequeño buena disposición, tarareando con exacta afinación trozos que oía a los estudiantes que venían de Madrid. Cuando el autor de sus días lo llevaba al Casino, su distracción era "martillar" las teclas queriendo seguir alguna melodía de las que escuchaba por la calle. De este infantil pasatiempo se dio cuenta el padre y habló con el organista Joaquín Roa, y con él comenzó a solfear. Dados sus rápidos progresos, aconsejó su traslado a Jaén, ingresando en el Colegio de Seises de la Catedral, bajo la dirección de don Miguel Galán.

Allí se inició en el piano y a los nueve años interpretaba difíciles composiciones. Por indicación del jefe del centro eclesiástico, pasó al Conservatorio de Madrid a manos del ya mencionado Tragó y don Jesús Monasterio, consiguiendo en cuatro años y con brillantes notas el título de profesor. Regresó a Jimena y orientando su vida al lado práctico, se decide quedar en el pueblo, relevando a sus padres en el cuidado de la hacienda, pero con el pensamiento puesto en la práctica musical, con todo desinterés y en beneficio del terruño. Da conciertos benéficos y se dedica a la enseñanza, logrando crecido número de aventajadas discípulas. Pero él quería algo más para su patria chica. Faltaba un elemento primordial, para la educación y esparcimiento espiritual del campesino. Y en 1907 se decide a organizar una banda de música. Comenzó a instruir en el pentagrama a unos cuantos mozos, que respondieron con todo entusiasmo, serena y firme afición. Había en aquellos muchachos sensibilidad artística y esto le animó mucho a seguir con fervor la tarea comenzada. Ya en posesión de los indispensables conocimientos de solfeo, se presenta lo más serio. Para la compra de instrumentos no había ni una peseta; pero allí estaban Juan Gámez, Francisco Lozano y José Marques Cárdenas, estudiantes y don Pedro Morales Gámez, que formaron un cuadro artístico presidido por el citado don Manuel Godoy Caballero. Se unieron chicos y chicas y se dieron funciones de teatro con lisonjero éxito; tanto que la fama de estos faranduleros, llegó a los pueblos colindantes y fueron bien acogidos.

Con el dinero ganado en estos espectáculos se pudieron comprar y que entusiasmo no despertaría que muchos de los incipientes músicos se llevaban el pitó entre los aperos de labranza y en los "cigarros" atronaban el campo con sostenidos y bemoles. A las llamadas del trombón, respondía el requinto y la trompa, al bajo el saxofón y los platillos, formando tal algarabía de extraños sonidos que, si esto sucede cuando Don Quijote y Sancho Panza y aciertan a pasar por aquellos lugares, Don Miguel de Cervantes escribe la más graciosa aventura.

Al fin debutó la banda a la que el pueblo hizo apoteósico recibimiento. Aún después de 38 años de vida, la sigue adorando, la mejora y la sostiene con toda dignidad. Los quehaceres del campo y caseros abandonados requerían la intervención de su dueño, de aquel hombre altruista, que todo lo dio por dotar a su pueblo de tan importantísimo medio de cultura, y después de unos cuantos años, cuando ya la Banda no precisaba andaduras, dejó la dirección, entregando la batuta a uno de los más competentes.

¡Ingratitudes! ¿Y quién no las recibe? Pero estas no se cuentan cuando son muchas las satisfacciones. Y las siente con sinceridad este excelente patriota con la pléyade de antiguos alumnos suyos que hoy ocupan puestos magníficos y son figuras conocidísimas. Don Francisco Martínez Quesada actual director de la Banda; estupendo didáctico de superior capacidad. Mejor que mi pluma hace su apología la misma agrupación, tan aplaudida y festejada en toda la provincia. Don Francisco Gómez León que lleva el bastón de mando en la de Huelva y flechas navales de la capital andaluza y Don Lope Jiménez Torres director-subdirector de la del Regimiento Soria número 9 en Sevilla.

¡Pensadas insidiosa! ¡Olvidadizo a tanto mérito y sacrificio! Nada importa cuando la verdad señala un camino honrado, útil y provechoso. "


Según ha comentado en la red una de sus nietas, este articulo ellas lo guardan con un gran cariño.

Leído detenidamente el articulo observamos y aprendemos muchas cosas, podemos poner fecha a la fundación de la banda, 1907, las personas que estuvieron al frente de la banda, gente preparada y con formación musical y como aquellos jóvenes de nuestro pueblo se las ingeniaron para comprar los instrumentos y crear ese ambiente musical que dura hasta nuestros días.

Yo de todo esto no sabía y eso que en su día había preguntado al nieto del maestro (mi primo hermano) Pedro Morales León, al leer este articulo me sorprendí y seguí estirando del hilo y la pregunta siguiente fue clara, alguien sabe si existe datos sobre ese piano y rápidamente me contesta una de sus nietas Catalina Morales Garrido (la hija mayor de don Carlos), si el piano esta en Jimena, le toco a mi padre Carlos y ahora lo tiene mi hermana Reme. Como no podía ser de otra manera al momento esta colgada una foto de ese piano.


Foto del piano de Reme

 La foto la puso mi amigo Ángel Jiménez Tirado por lo que podemos decir que gracias a sus nietas Catalina y Remedios, a la idea de poner el Articulo del Diario Jaén que colgó Juan García y a este modesto escribano podremos añadir estos datos a lo que son nuestras raíces y nuestras gentes, espero haber contribuido a lo que es la historia de nuestra querida Jimena.