Alberca del Asperón
Siempre tuve apego al Charcón y las albercas del cuarto, posiblemente porque desde que me salieron los dientes, hasta que fui mayor de edad, fueron unos de los sitios que más visité. No puedo olvidarme de aquellos horarios de riego tan cambiantes en el pago de la remanente. Dos horas cada cuatro días en nuestro caso, lo mismo tocaba a las dos de la tarde que a las cinco de la madrugada. Recuerdo en más de una ocasión ir a regar con la luna y descalzo para no mancharme las alpargatas. Y como olvidar aquella frase que en aquel tiempo me molestaba un montón y que hoy la recuerdo con muchísimo cariño, cuando, Juana me decía: “Juanito no tengo tomates”. La respuesta era seguida, coger la cesta y a buscarlos al tablar. Quizás de aquí me venga mi afición por el huerto (ese huerto que si no hubiera sido por él, no sé que hubiese sido de mi a mis cincuenta y algo años).
Tampoco puedo olvidarme y también guardo gratos
recuerdos del Asperón por diferentes motivos: era la finca más grande de la
familia, tenía muchos almendros y uno de ellos era el que quedaba siempre para
el uso de la familia. Este almendro estaba en la parte de arriba junto a la
casería. En estos almendros, como en los del monte, intentaba ayudar en la
recogida de los mismos allá por el meses de agosto septiembre. También tenía varias olivas de aceituna larga, esa que tanto me gusta y que la última
vez que la comí fue en noviembre el 2009 cuando mi primo Francisco me la regaló,
él sabe que tanto me gusta y si a
todo esto añadimos que parte de esta finca la heredé de mis padres qué más
puedo decir. Hasta aquí hablamos del lugar pero falta lo referente a la
alberca.
Esa Alberca con un discreto pilar
donde en su día bebían agua las ovejas del cordón, tenía su nacimiento en el
barranco.
Junto a lo que un día se le llamó
“Simago”, con un pozo grande en su nacimiento con su respectivo arcón, junto a
las olivas del marqués y que bajaba barranco abajo por el lateral para luego atravesar el barranco de Buenavista y seguir camino de la citada alberca. En
alguna ocasión vi como algunos de los propietarios de las finca que la usaban
para su riego, limpiaban los minaos, entre ellos Juanito Rodríguez, el casero
del Asperón, mi tío Paco y como no mi padre y por supuesto en más de una
ocasión me toca abrirla para regar con aquella llave impresionante para aflojar su buzón. Aquí eran varios los días
que se regaba con su agua. Esa finca que mi madre heredó de sus padres y que a
día de hoy mi hermano Martín y yo heredamos de Martín y de Juana
Como cambio esto, en mis recuerdos esta, el 12 de Agosto de 1966, una despedida de soltero, una alberca llena, tres o cuatro almendros y varios intentando tirar al novio a la alberca, el novio José Piernas González. La boda sería a las siete de la tarde en Jimena con una temperatura de treinta y siete grados, según me acaba de confirmar el Sr. Piernas.
Pilar de los Morales.
Como bien sabéis, está situado en el paraje del monte, el nacimiento está un poco más arriba y baja el agua hasta el pilar. Como se ve en la segunda fotografía, el final del pilar se conecta con una presilla la cual llevaba el agua hasta la alberca y se utilizaba para el riego. Normalmente está seco, solo cuando llueve echa algo de agua durante un breve periodo de tiempo.
Estas últimas cinco fotos del pilar de los Morales, son la primera vez que las veo, Como siempre la aportación de Miguel Ángel es para descubrirse, espero que os guste.